El Gran Poder de nuestros abuelos

J.Corchero. Aunque estemos acostumbrado a ver las cosas desde nuestro nacimiento, hay cosas que con el paso de los años gana valor pero no es perceptible.

La mayoria de lo visitantes que leeis esta web habéis sido acompañados de la mano de vuestros seres más querido a subir la escalera que nos lleva al cielo para darle un beso es su talón derecho, como dijo Rafael de Gabriel al final de su pregón, o para postrasnos a su mismo nivel un Domingo de Ramos con nuestra bola de cera metida en una bolsa deseosos de poder darle un beso a la imagen que nuestros antespasado nos han dejado una herencia devocional.

Nuestros abuelos, fieles a sus devociones pasionales, nunca le ha faltado esa estampa que los viernes del año le daban al besarle al Señor el pie, una foto que para sus hijos será la nueva rama del árbol por el cual brotar para poder llegar a esta nuestra generación. Es dificil de explicar la devoción del Gran Poder, a nivel histórico pero a nivel más familiar es sólo una simple cadena. Ellos a veces, sabios en la materia, nos educan en este mundo tan pequeño pero que a su vez es grande, el valor de la fe cristiana trasladado al punto de mira de esta nuestra Semana Santa. Al igual que nos daban dinero para golosinas también nos daban valores, aunque sin uso de razón por nuestra corta edad, despreciabamos, cuando uno es cociente y su razón manda es la que hace ver lo que su abuelo le enseñó y ahora el nieto es el que de la mano y de un bastón lo lleva a sus plantas, para pedirle esa fuerza necesaria que en ellos hace mella.

Cuando el pasado viernes estuve delante de Él, muchas cosas se me pasaron por la mente, pero sólo me quede con la presencia de nuestros abuelos, donde su salud de menos vitalidad a la nuestra sentían esa fuerza devocional que les atraía a verlo donde le aliviaban sus males. En estas tres semanas donde el Señor ha sido restaurado, nuestros abuelos iban aunque Nuestro Padre Jesús del Gran Poder no estaba presidiendo su Basílica en la Plaza de San Lorenzo, pero ellos decían que aunque no estuviese el Señor siempre quedaba presente.

Mientras recogía el trípode después de hacer las fotos que aquí os ilustro, uno de nuestros abuelos, devotos del Gran Poder y sentado en un banco mirándolo, le decía a su nieto, "Ahí ves al Gran Poder que yo conocí".

Fotos: Joaquín Corchero