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La Virgen María, fundamento del Pregón de las Glorias de Miguel Andréu


Daniel García Acevedo. Ayer sábado, 22 de abril, a las 21,30 horas, en el altar del jubileo de la Catedral de Sevilla se celebró una nueva edición del Pregón de las Glorias de Sevilla, en esta ocasión a cargo del cofrade Miguel Andréu, hermano mayor de la Virgen de los Reyes de San Ildefonso.

El pregón lo quiso recordar a cuatro personas a las que echa de menos y que está en las barandas del cielo, su padre, su madre, su hermano mayor de la Virgen de los Reyes, Manuel Marcos y su director espiritual, Carlos Martínez.

Comenzó su brillante disertación con un largo poema titulado “La flor de la Semilla” que terminó con esta bella décima:

“Es un dulce despertar,

un despertar en el cielo,

el mayor de los consuelos

que a todos viene a amparar

y la fe viene a forjar

desde templos o capillas.

Hermandades, Cofradías:

somos parte de la historia.

¡Que Sevilla es una gloria

con las Glorias de Sevilla!”

Quiso el pregonero tener unas palabras a la Virgen que presidía el pregón, la Virgen de Guadalupe, filial de la patrona de Extremadura, a la que ocho mujeres la arropan en su camarín, que no son otras que las ocho mujeres del Antiguo Testamento, Sara, María, Ruth, Débora, Jael, Abigail, Ester y Judit.

“Ocho mujeres valientes

velan en Extremadura.

Y por San Buenaventura

Tú germinas la simiente

de la que da paso al frente,

la que se entrega al completo,

la que se gana el respeto,

de la que es salvación,

la de humilde condición,

que no le asustan los retos.

Con tu ejemplo en el amor

eres fiel Corredentora.

La Mujer conquistadora

de la eterna salvación.

Y Sevilla te guardó

hoy desvelo tu secreto:

contigo es tocar los cielos

que por los tuyos lo supe

ya que Tú eres, Guadalupe,

Reina de los Extremeños.”

Prosiguió con una loa a la eterna primavera que hace que en Sevilla casi todas las Glorias salgan en esta época del año. De este pasaje, destacamos estas palabras a la Virgen de Valvanera:

“Será entonces que en Sevilla quien marca la primavera es la Virgen, sabiéndose que nunca estará sola. Así la quieren en La Calzada, más allá de la Puerta de Carmona, cuando ya ni siquiera existe un puente o la vía de un tren que nunca fueron frontera de la ciudad con la gente de bien de la calle Oriente.

Avenida alborotada

que a todos nos tiene presos.

Los besos se tornan versos

por ser fiesta en La Calzada.

Mi alma queda marcada

por plegarias y suspiros.

El amor no es desvarío

y lo llevo por bandera:

¡Ay, Virgen de Valvanera!

al verte por San Benito”

O estas otras dedicadas a la Divina Enfermera:

“Pido por ustedes y pido salud para todos. Para ello acudo a la Divina Enfermera que en San Martín tiene siempre presta la medicina del alma que colma nuestros males, por mucho que estos males atraviesen dolorosamente nuestro costado. Ella será siempre el bálsamo perfecto y quien nos guía a conseguir el mejor fin.

Eres, Divina Enfermera

el bálsamo de esperanza

la cura que nos alcanza

que por las calles navegas

y los pesares doblegas

en San Martín cada día.

¡Dichosa Virgen María!

que junto al Verbo encarnado

para su amargo costado

eres dulce medicina.”.

Terminando este precioso pasaje con esta poesía:

“Son las Glorias de Sevilla,

son de Sevilla, la Gloria:

el fruto de nuestra historia

y la flor de la semilla.

Siendo la luz más sencilla

por esa bondad certera

que todo el año nos llega,

las Glorias le regalamos

a otoño, invierno y verano

enaguas de primavera.”

Recordó a las hermandades filiales de Sevilla con un poema que terminaba así:

“Hermandades filiales

y cofrades de otras tierras:

queréis tanto a mi ciudad

que es tan mía como vuestra.

Cofrades de Andalucía

¡Fe y devoción sin fronteras!

que engrandecen a Sevilla

con su gloriosa presencia.”

Para las vírgenes con la advocación de Rosario, les dedicó un soneto a cada una, un soneto de amor, que terminó con el dedicado a la del Dos de Mayo, de esta forma:

“A la rosa que cultivo en el jardín

la traje de cerquita del Postigo:

Guadalupe me sirvió como testigo

de versos que compuse para ti.

Dos de Mayo, en tus ojos descubrí

milagro de tenerte como abrigo,

rezándote con fe, junto a mi amigo,

si mi alma con los miedos encogí.

Hoy vuelvo a recordar esa plegaria

la cuenta de un rosario agradecido

que sé bien que Tú fuiste la emisaria

del mensaje que mana como un río

de la más limpia y pura de las aguas

que aclaran y alimentan mis sentidos.”

También tuvo palabras para las Vírgenes con advocación de Divina Pastora, en la que el pregonero manifestó su defensa por la vida, en referencia a cuando la Madre pierde a una oveja de su rebaño. Concluyó esta parte con unas palabras a la Pastora de Santa Marina:

“Y allá por la calle Amparo, donde San Juan de la Palma, Castelar, San Blas, la plaza del Cronista... Allí es donde están las respuestas a todas las preguntas. Se justifica el fervor que los suyos le entregan en la calle que lleva su nombre, los versos de los balcones y las coplas en su honor. Se encuentran las respuestas a todos los interrogantes cuando asoma su perfil en cualquier esquina, en la que de inmediato florece su risco, de retamas y lentiscos.

Sabemos quién eres, Pastora...

de las Almas, protectora

de amaneceres, aurora

de los males, sanadora

del pecado, confesora

del andar, la fijadora

de los rezos, receptora

de tu casa, regidora

de la fe, la sembradora

de los versos, creadora

de la prosa, eres autora

de los lienzos, la pintora

de los sueños, soñadora

de tu pueblo, embajadora

de la vida, constructora

del cariño, tejedora

del error, la correctora

de los brillos, bruñidora

de Jesús, corredentora

de tu Iglesia, eres doctora

del convento, eres priora

del saber, eres tutora

de tu pelo, caracolas

del futuro, forjadora

del frío, la abrasadora

del dolor, reparadora

y por siempre eres Señora.

Porque en septiembre floreces

y es mi amor quien reverdece

con la Divina Pastora.”

Por supuesto, también mencionó a las Cármenes, de la que dijo que en Sevilla sin mar ni playa parece incongruente hablar de ellas, pero como es sabia, le pone a la Virgen del Carmen lo mejor que tiene, un palio para cobijarla, un río para pasearla, un arco para disfrutarla y unos barrios para quererla.

Recordó Andréu su infancia, su juventud y su madurez con las Vírgenes de la Luz, del Rosario de los Humeros y del Amparo, del que extraemos la parte final del poema a esta última.

“Amparo, flor de marfil:

si el rayo de sol florece

es mi amor el que más crece

con tu luz que llega a mí.

Hoy te entrego, Madre, aquí

un río hecho caudal

un eterno manantial

de mi amor acumulado

por el que Tú nos has dado,

que cura y alivia vidas

y resana las heridas,

con tu Corazón Alado.”

Terminó su pregón, como no podía ser de otra manera, con la referencia a la Virgen de los Reyes, patrona de los Sastres, de la que Andréu es su actual hermano mayor, de la que dijo que es la Divina Oficiala de su taller. Contó como a las 22,30 horas, del último sábado de septiembre, la Virgen vuelve a entrar en San Ildefonso, recordando a todas las personas que colaboran en que todo salga a la perfección, terminando el pregón con esta prosa:

Ya no es tiempo de hilvanar.

La Virgen nos midió y encargó al Rey Hermenegildo que pintara los patrones, los mismos que el Rey Fernando cortó dulce pero certeramente con su espada.

Ella nos ha vestido con el traje de la devoción, con las costuras firmes para que sólo se abrieran si era el amor lo que crecía.

Ha remallado los dobladillos para que la fe no se nos deshilache.

En el acerico de su corazón hemos clavado los alfileres de nuestras penas y Ella nos ha devuelto el hilo de oro de su sonrisa.

No ha dejado que nuestra alma tenga rotos y descosidos, que Ella guarda retales de amor para zurcirlos.

Y ante los fríos de la indiferencia, ha forrado nuestra fe con la cálida sonrisa de su Hijo: chalequito bordado, calcetincitos de hilo y zapatitos de plata.

Ahora, más que nunca, Ella es el ojal donde ajustamos perfectamente el botón de nuestro amor.

Esa noche la Virgen de los Reyes, la Divina Oficiala de nuestro taller, ha vestido a la ciudad de gran gala.

Y para mayor gloria de su gloria y de las Glorias de Sevilla, a septiembre le ha cortado unas enaguas de primavera.

Fotos: Juan Alberto García Acevedo.










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